Historia

Historia de Valdearenas

Asienta este pueblecillo sobre un poco elevado otero, que le permite dominar ligeramente el resto de tierras bajas que forman lo más profundo del valle en que se enclava: el de Badiel, ya por aquí anchuroso y cuajado de alamedas, huertas, frutales y cereal, con las vertientes de sus costados cubiertas de monte bajo y olivar. La Alcarria que asoma por el lado sur o izquierdo del valle, deja paso a la Campiña del Henares, hacia donde corre el valle y el río que dan cobijo y compaña a Valdearenas. Así, en relaciones pasadas, decían los cronistas que este pueblo asentaba "en buena tierra, que ni es Alcarria ni campo".

En lo relativo a su historia, debe señalarse cómo quedó en calidad de aldea incluida en el alfoz o Común de Hita, tras la reconquista a los árabes de esta comarca, poblada ya desde remotos tiempos. Como la Villa de Hita, perteneció en seño­río a los López de Orozco (siglo XIV) y Mendozas en su rama capital de los duques del Infantado (siglo XV y XIX). En 1630 consiguió Valdearenas el privilegio de Villazgo, con­cecido por Felipe III, previo pago de la cantidad de 450 duca­dos. Con ello conseguía eximirse de la jurisdicción de Hita, aunque seguía reconociendo el señorío de los Mendoza, y pagando ciertos impuestos a sus titulares. Cuando fue reconocido su título de Villazgo, colocaron la horca en el vallejo de la Cabaña y la picota delante de las casas consistoriales.

La tradición del pueblo dice que en el camino que va desde él hacia Hita, en el pago conocido por el nombre de Teina, hubo en muy remotos siglos un monasterio de monjas franciscanas, que luego emigraron a Guadalajara, uniéndose a la Comunidad de Santa Clara de dicha ciudad. Pero nada se encuentra en el terreno, ni en documentos, por lo que debe colegirse es solamente una leyenda.